¿Alguna vez has sospechado que la psicología no es más que sentido común? ¿Está de acuerdo con los críticos que sostienen que los psicólogos solo responden a una pregunta con una pregunta? Resulta que los psicólogos saben mucho más de lo que dictaría el simple sentido común. Los psicólogos tampoco necesitan recurrir a tácticas evasivas cuando alguien les hace preguntas.
Muchas personas también adquieren sus conocimientos sobre la psicología en los medios de comunicación populares en general, incluyendo las películas y la televisión. Sin embargo, por muy versado que esté en el tema, hay algunos datos de la psicología que no se han aprovechado del todo. Nuestro objetivo en Marketing Alternativo es compartir algunos datos sobre esta increíble ciencia y, al mismo tiempo, reforzar los conocimientos con los que tal vez ya cuentas.
1. La terapia funciona, y no tiene que ser para siempre
Las ideas erróneas sobre la terapia proliferan en los medios de comunicación, pero el hecho más importante de todos, el de que la terapia funciona, rara vez se anuncia. Al mismo tiempo, las ideas erróneas sobre la terapia la presentan como un proceso interminable de la psicología que puede durar años, si no décadas.
Para que una terapia sea eficaz, deben estar presentes ciertos elementos, en particular lo que se llama la “alianza terapéutica“. En segundo lugar, las intervenciones terapéuticas breves y centradas que duran entre 10 y 12 semanas se utilizan con éxito para tratar síntomas que van desde los trastornos del estado de ánimo y la ansiedad hasta muchos tipos de adicciones.
2. No hace falta un detector de mentiras para saber si alguien miente
¿Quieres saber si tu amigo se está inventando una mentira piadosa para encubrir una cita cancelada o si un compañero de trabajo ha hablado de ti a tus espaldas? No es necesario que tengas una máquina de polígrafo. Los profesionales de la carrera de psicologia han establecido que la mentira no se manifiesta en la frecuencia respiratoria, la presión arterial o incluso el sudor de las manos, sino de la forma más fácilmente detectable de todas: en la cara. Las llamadas “microexpresiones” de miedo en la cara de un mentiroso son casi imposibles de disimular. Así que si sabes dónde mirar, deberías ser capaz de detectar el engaño, sobre todo si la otra persona no se dedica a mentir.
3. No somos tan lógicos como creemos
Demostrar la ilógica de la mente humana es, para los psicólogos, tan fácil como disparar a un pez en un barril. La psicología social, cognitiva, de la personalidad e incluso la economía conductual contienen abundantes ejemplos de los errores de nuestras ondas de pensamiento. Por ejemplo, todo el mundo “sabe” que los horóscopos no podrían predecir la vida cotidiana detallada de todos los que comparten el mismo rango de cumpleaños. Sin embargo, por el “efecto Barnum“, tendemos a creer en las predicciones genéricas de estos horóscopos, en las respuestas de los cuestionarios de autoayuda de las revistas y en los supuestos experimentos de lectura de la mente realizados por los magos.
Nuestras capacidades lógicas se ven desafiadas de forma irreconocible incluso por pruebas relativamente sencillas que nos obligan a utilizar la habilidad cognitiva de la falsificación, porque estamos muy predispuestos a buscar pruebas confirmatorias. A la hora de tomar decisiones sobre qué comer, nos dejamos engañar fácilmente por indicios tan obvios como el tamaño o el color del plato. Sí, deberíamos saberlo, pero no lo hacemos.
4. La correlación puede ser igual a la causalidad
Es un hecho bien conocido dentro de la psicología y del método científico que solo los estudios experimentales pueden demostrar la causalidad. Entonces, ¿qué pasa con este secreto? Resulta que la estadística correlacional sufrió una importante remodelación hace algunos años. Ahora es posible utilizar sofisticadas técnicas de modelización matemática para realizar milagros como controlar variables “de confusión”, dibujar flechas para indicar la direccionalidad de los efectos y trazar relaciones complejas a lo largo del tiempo.
Es cierto que estudios correlacionales simples siempre serán defectuosos. Una simple correlación entre la hostilidad y la presión arterial puede ser explicada por cualquier número de variables intervinientes (fumar, relaciones personales tensas, tal vez incluso la genética). Sin embargo, cuando se introducen esas otras variables en un sofisticado programa estadístico y, aún mejor, se estudia esa relación a lo largo del tiempo, se puede superar la principal limitación del estudio correlacional.
Nunca podremos manipular el nivel de hostilidad o la presión arterial de una persona de forma verdaderamente experimental, pero sí podemos mejorar el problema de trazar una contra otra sin controles adicionales incorporados al diseño. La próxima vez que conozcas los resultados de un estudio correlacional, puede que te encuentres mirando los hallazgos con un poco más de respeto, siempre y cuando el estudio se haya realizado correctamente.
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